Grave conflicto

Montilla augura un grave conflicto si el Constitucional recorta derechos lingüísticos

El titular de EL PAÍS tiende al equivoco. Los derechos lingüísticos, los derechos del individuo, ya están recortados en Cataluña. Focalizar los derechos lingüísticos como los derechos de los catalanoparlantes es un error, tanto del señor Montilla como del diario, aunque el error venga aderezado con la pimienta de la intención.
Cuanto menos, miente el señor Noguer al redactar su crónica, y si no es mentira es desconocimiento, y en este instante no sabría calibrar que es mas grave.
No es verdad que el Estatuto de autonomía equipare los derechos y deberes de las dos comunidades parlantes imperantes en la comunidad y el colmo del agravio es presentar el hecho como la “mayor aportación” del Estatuto, siempre según el señor Noguer.
Centrándonos en las declaraciones del presidente comunitario, cabe destacar el mimetismo desarrollado por éste. El camuflaje nacionalista idealista de sus declaraciones hace dificil la percepción entre lo que es una rama de un árbol y una iguana.
Decir que un posible recorte"sería también una descalificación del modelo de convivencia que la sociedad catalana se ha dado a sí misma" es de una perversión absoluta.
Sería una descalificación, pero no al modelo de convivencia, sería una descalificación a uno de los modos que articulan las relaciones de convivencia. La sociedad catalana está “condenada” a convivir, en cuanto que a seres vivos mas o menos civilizados habitan en ella. Que los canales para la convivencia hagan de ésta mas o menos fluida la habitabilidad comunitaria depende de las políticas implementadas, y, eso sí, no la que se ha dado a sí misma, la que le han impuesto por la fuerza de los votos que no siempre coincide con la que uno cree mas conveniente o equitativa.
Dice el señor Montilla que "con la convivencia civil, con la lengua, no se puede jugar".
He aquí el hecho diferencial mimetizado típico del nacionalismo. La lengua, no es precepto exclusivo para una buena convivencia civil. Hablamos de globalización y encerramos nuestra convivencia en el coto del uniformismo. Lengua no es seña de identidad colectiva, acaso individual. No todos tenemos los ojos del mismo color, como no todos hablamos la misma lengua. Por eso, si hablamos de juegos, señor Montilla, no juegue al “escondite” con la objetividad.
"Cataluña no aceptará de ninguna manera que se le imponga desde fuera la confrontación entre el catalán y el castellano".
¡Toma ya!. No es Cataluña quien debe aceptar o no, es su gobierno el que debe cumplir… la ley. Por otro lado, se trata de cumplir eso, la ley, algo que ciertamente, sí que es necesario para la convivencia civil. La braveta ombliguera de la imposición exterior carece de justificación. Es exterior físicamente, dada la ubicación del Tribunal Constitucional, pero el ámbito de actuación es nacional. No “cuela” el yo me lo guiso yo me lo como,
esto no es encargar informes.
El señor Noguer no explica a la hora de hacer mención a la cooficialidad de ambos idiomas a diferentes aspectos que condicionan esta oficialidad. No nos dice que el idioma catalán es “el propio” de Cataluña y que el Estado “aporta” el español. Vamos, que el río Besos habla en catalán y el rio Cuervo aporta el castellano.
Son las personas las poseedoras de la capacidad oratoria, no los espacios.
Hablar de un "riesgo cierto de fractura social", es inapropiado. La fractura social es actualmente visible, y es además deseable. Pero es la fractura lingüística la que existe y esto permite una sociedad vertebrada en diferentes comunidades parlantes que destierra la homogeinaidad. Vertebrada, no quebrada.
La personalización del catalanismo para criticar ciertas políticas "anticatalanas" es un nuevo tic identitario. Patrimonializar la territoriedad es una estrategia surgida de las entrañas y del bosillo.
Decir que el Ministerio de Cultura, ha tenido una "actuación y una política de actuación exclusivamente castellana", no merece mayor comentario. No estamos en época de castellanos, astures, montañeses, etc… Por mucho que interese localizar el teatro en otras épocas, no se va a vender mejor la obra. El texto, el guión, es de ciencia ficción y el vestuario medieval.
Perdonen la larga disertación, que daría para mucho mas, pero no quiero caer en el aburrimiento.
Tenemos los que se merecen a ellos mismos, no lo que nos merecemos.
Saludos.

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