CADECA en mi ciudad


Mayoritariamente, no toda, la población de santa Coloma se ha convertido en practicante del credo de la rosa representada por el Mariscal Muñoz obviando que no son parte solamente de la aromática flor y sí del rosal entero. Ellos mismos sujetan el tallo lleno de espinas sodomizándose en una especie de masoquismo inadvertido.
Poco queda de la Santa Coloma luchadora de los años setenta y ochenta.
La población ha inhalado el perfume de las esencias tribales con denominación de origen respirando la plomiza bruma del asimilacionismo identitario.
Hubo un tiempo, no muy lejano, en que los padres luchaban por sus derechos y los de sus hijos. Hoy, aun son visibles los restos de la “cruenta batalla”, pero pronto la bruma, si no el equipo de gobierno con su batallón de mocho y trapo desterraran de las paredes de la ciudad los restos que nos trasladan la memoria a la historia, aunque esta no sea merecedora de ser nombrada por ley.
CADECA contribuyó a esa lucha por la libertades individuales que hoy queda solapada por una supuesta libertad grupal. Es mas beneficioso socialmente asimilar que discrepar, además, con una buena promoción, además de cómodo te puede suponer un puesto en la administración.
Estos anónimos padres agrupados reclamaban la preservación de la enseñanza en lengua materna en contraposición a la enseñanza impuesta en una sola lengua vehicular, y merecen hoy mi mas sincero reconocimiento.
Vivimos en una sociedad que carece mayoritariamente de carácter reivindicativo, salvo cuando es para subirse al carro de la reclamación del derecho del Edén a tener fronteras internacionales o para celebrar la victoria de un equipo de fútbol.
Hoy al pasear por el antiguo Instituto de la Ciba, me ha hecho recordar que hubo un tiempo en que existía una Santa Coloma de individuos. Hoy en día hay mas practicantes que individuos, y su fe devota en el simbolismo de la rosa les ha hecho olvidar que ellos, como el tallo, nacieron de la tierra.

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